Vuelvo a mirar hacia afuera y veo más playas, el mar con múltiples lenguas blancas le hace una infatigable sesión de sexo oral a la arena. Es bello, quisiera bajar de este bus y quedarme en la orilla, cumpliendo un ritual voyerista durante mil años. Pero no. Como ya dije, mi escritorio me espera: mi amado empleo, mi uniforme mágico con su don de hacer invisible a quien lo lleva puesto. Repentinamente siento hambre y algo similar al hastío. Los límites del mar y del cielo se confunden en una enorme mancha blanquecina, grisácea.
El viaje prosigue y se torna largo y tedioso, empiezo a detestar a la anciana que, harta de dormir como un ángel, ha sacado una bolsa plástica llena de "Sustancias" y ha comenzado a devorarlas con afán, tal como deben alimentarse los ángeles caídos en desgracia.
Miro hacia afuera por centésima vez, y el atardecer y el sonido de la palabra "Sustancia" me trae reminiscencias de otras tardes, de otras situaciones, de otras cosas. No deja de ser gracioso que a esos caramelos los llamen s.u.s.t.a.n.c.i.a.s; podría escribir un tratado al respecto, pero en este minuto no me da la gana. De lo que sí me da la gana es de ponerme a leer, de modo que guardo el lápiz, la libreta, y me marcho a un nuevo mundo, mucho más hermoso.
3 comentarios:
A veces dan ganas de quedarse en el camino, oscilando.
un abrazo
efectivamente... ahora siento esas ganas de quedarme en el camino, justo ahora.
"el mar con múltiples lenguas blancas le hace una infatigable sesión de sexo oral a la arena."
mmmm como que la película contrabandeó su metáfora a la escritura.
y no faltaría el lector extraño que confundirá las cosas o las personas...
sustancias. un tratado sobre eso. bueno no creo que yo pudiese escribir un tratado acerca de esas golosinas, pero si escribo algo sería algo más que tres líneas.
interesante blog oye.
salud !!
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