Al releer tantas palabras bobas que he desparramado a lo largo del tiempo, llego a la conclusión, frustrante tal vez, pero mas cierta que el sol y que el smog, de que siempre se trata de la sencilla autoreferencia, la descarnada autoreferencia.
Es cruel y es triste, que cada palabra y cada gesto gire como una peonza enloquecida en torno al ego, un gigante que se disfraza de gnomo, un poltergeist que está continuamente lanzándome los platos por la cabeza.
Como me gustaría que las palabras se rebelaran ante esta tiranía, y fueran útiles para pintar otros rostros, otros dias, otros soles.
Pero la desesperanza me aferra los dedos que teclean,y esta pantalla enmudece tanto como mi garganta que no es capaz de nada más que de repetir un nombre innombrable (nombre innombrable? Inexistente?) y ese es (maldición eterna), el mío.
1 comentario:
es que nosotros somos lo mas cerca que tenemos...
y al innombrable ni siquiera lo mencione; así se le olvidara
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