Al despertar los cerros de ropa sucia en los rincones le daban la bienvenida al mundo real. Y los ceniceros rebosantes, y el olor a orines de gato. Hace mucho tiempo que había dejado de escribir. No por falta de inspiración, sino por pereza. Últimamente solo se dedicaba a mirar televisión. Hablaba con la televisión. Uno de estos días iba a hacer una limpieza profunda. Uno de estos días.
2 comentarios:
Qué alegría caer en un texto como este, señorita. Esa advertencia al final del texto, ya parece una certeza. Gracias.
mmm, la realidad y la ficción a veces se confunden. Debo decir que este relato es un ficcionario sin moraleja.
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