Después de esclarecer varias cosas, después de desempolvar recuerdos significativos, me lancé a navegar por las céntricas calles de Santiago. Vagué entre la gente, solo por el placer de caminar y observar los peces de distintos colores. Uno en particular atrajo mi atención, debe haber sido un estudiante de arte, pues estaba sentado con una croquera, dibujando.
Sentí que eramos las únicas dos personas en todo el centro que estábamos observando nuestro entorno, el resto, sólo un cardumen de mil colores que se deplazaba sin ver.
No sé si el nexo fue imaginario, es muy probable, pero el asunto es que entre una multitud, una sola persona atrajo mi atencion, entre el resto me sentía un espíritu incorpóreo que vagaba sin ser visto, disfrutando de la calle, disfrutando de mi viejo barrio, casi con las ganas de visitar mi viejo departamento.
Como nos cambia la vida cuando desempolvamos los recuerdos. Caminas con alas en los pies.
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