Lápiz traicionero, que nunca me quitas la vida, pero tampoco me la das. Mi voz es tinta cansada que se borra en cada letra que queda en el papel. Sola me dejas, frente a mi pequeña mudez. Y ésta mudez pequeñita se torna grande mientras yo me vuelvo chiquita, entonces soy devorada por ella y nadie lo nota.
Como gorrión sin plumas recién caído del nido.
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