29.3.07

De Ahorcados y Ciegos

Sube un joven de ojos enormes. Se sienta en un rincón, en el suelo y saca un libro de Marta Brunet. "Es bello el muchacho", me digo, y decido atisbarlo por el reflejo de la ventana.
Estación siguiente, sube un señor con un gancho de ropa y lo cuelga en la agarradera. Resultado: me obstruye la visión. Sé que el joven hermoso de labios apretados sigue allí, pero no lo veo, y él, absorto en su libro, no ve a nadie. Y odio ese vestón azul marino que se balancea frente a mí como un ahorcado, obligándome a mirar por la ventana una, y otra, y otra estación en borroso desfile frente a mis ojos.
Entonces ocurre una especie de milagro, la persona que está sentada frente a mí se pone de pie para bajarse y el hombre del terno quita su colgador y se sienta. Es mi oportunidad para observar al joven que ha guardado ya su libro de Marta Brunet; sus ojos enormes me miran de reojo y: decepción, no miran mi rostro sino mis piernas, y comprendo que la batalla ya está perdida, pues él bosteza descaradamente, mirando nada más que mis piernas. Luego me alegro de que el metro se llene, ojalá que se vaya repleto, para que él no pueda verme mientras yo escribo, escribo y escribo, sin saber si él ya se bajó o sigue ahí; o si yo ya me bajé, o sigo aquí.

10.3.07

poltergeist

Al releer tantas palabras bobas que he desparramado a lo largo del tiempo, llego a la conclusión, frustrante tal vez, pero mas cierta que el sol y que el smog, de que siempre se trata de la sencilla autoreferencia, la descarnada autoreferencia.
Es cruel y es triste, que cada palabra y cada gesto gire como una peonza enloquecida en torno al ego, un gigante que se disfraza de gnomo, un poltergeist que está continuamente lanzándome los platos por la cabeza. Como me gustaría que las palabras se rebelaran ante esta tiranía, y fueran útiles para pintar otros rostros, otros dias, otros soles. Pero la desesperanza me aferra los dedos que teclean,y esta pantalla enmudece tanto como mi garganta que no es capaz de nada más que de repetir un nombre innombrable (nombre innombrable? Inexistente?) y ese es (maldición eterna), el mío.

9.3.07

8 de enero

Nuevamente bajo el tubo fluorescente.
Gotitas de sangre caen del rasguño de mi mano hasta el cuaderno. Rasguño provocado por la gata juguetona, que no tuvo mala intención.
(ya no estoy temblando, ya no hay moscas).
Pienso en lo extraña que es la vida, en lo apacible que se torna por momentos.
Se escuchan campanadas a lo lejos.
Ayer tarde lo más importante era hacer burbujas. No había nada más en la vida. Todos nos volvimos niños y nos dedicamos a hacer burbujas y no fue necesario nada más. En ese momento, términos como trabajar o follar resultaban surrealistas para cualquiera de nosotros.
Y en ese momento, el miedo se disipó, las preocupaciones se borraron, la angustia ya no estuvo más.

etcétera

Mi sueño es dominar la lingüística/ la gramática/ la retórica/ la esdrujulización del discurso poético/ la adjetivación flagrante y decadente/ de lo cotidiano/ Mi sueño es que la palabra sea la espada/ y yo la piedra.